Todos los contactos organizativos los había mantenido con Eva Jiménez, que se le veía muy motivada y emocionada con atacar este Desafío Patanegra y que además era muy comunicativa por “guasa”. Y así poco a poco, fuimos configurando su Desafío, donde había que tener en cuenta muchas circunstancias como que venía de viaje desde Sevilla esa misma mañana porque tenía que atender a sus hijos y que no tenían más días disponibles que hasta la noche del 29. Por tanto cuadraban 4 etapas pero con la primera más corta para poder llegar de viaje y hacer el briefing previo, explicar el gps y demás.
Mi sorpresa vino cuando conocí ese día de la salida a Paco Campuzano, su compañero de ruta y de vida y que acumulaba mil experiencias con la Ultratrail del Montblanc, la Ehunmilak y otros retos de cientos de kilómetros. Por tanto, todo fue muy fácil de explicar porque ya traían todo trazado y venían mentalizados de a que se enfrentaban.
Tras el briefing salieron como si nada, sin aféctarles la llovizna o el frío. La Sierra estaba con la luz mágica inconfundible que da el sol brillando con fuerza entre las nubes que vienen y van.
Nuestro protocolo de seguridad solicita que se vayan comunicando con la organización para tener un cierto conocimiento de los tramos concretos en que se encuentran los valientes, y así lo hicieron.
Esa primera tarde, siempre nos preocupamos un poco más por los participantes, por como les va con el gps, la lluvia y demás, pero en este caso no hubo preocupación, la verdad. Transmitían saber donde estaban y además estaban disfrutando.
Y a la mañana siguiente nos lo dejaron claro con el magnífico desayuno que les brindaron en la Casona del Duende en Alajar y que nos retransmitieron. Ese día salieron más tarde claro! Pero de nuevo sobre las 6 de la tarde estaban en su meta, Cortelazor. Alojados en los Apartamentos del Chaparral, donde de nuevo nos bridaron unas mágicas fotos de buen vino y el mejor jamón del mundo. Sin duda estaban muy bien.
Sabedores de la importancia del descanso, saliendo muy temprano, afrontaron la tercera etapa, de terreno “rompepiernas” y vado de río incluido, para llegar con tiempo a dormir a las Posada de Cortegana, donde gustaron de darse su pequeño “homenaje” en el magnífico restaurante.
A la mañana siguiente etapa final, que se les dio muy bien a pesar del desnivel de subida al Castillo de Cortegana desde el Barranco de Carabaña y la subida al Cerro San Cristóbal y llegaron sonrientes a Santa Ana la Real a las seis de la tarde, su hora.
Al final han andado a muy buenos ritmos: 23 kilómetros en 6:22 el primer día, 31 kilómetros en 8:23 para la segunda etapa, 9:51 en los 29 kilómetros del tercer día y los 26 kilómetros finales en 8:41. Pero sobre todo se les ve que han disfrutado mucho parándose a sentir el paisaje y ¿quien sabe?, quizás se haya descubierto un gran fotógrafo de naturaleza.
Enhorabuena valientes!